Salud lumínica

La luz artificial se compone de luz visible y de radiaciones ultravioletas (UV) e infrarrojas (IR), y existe la preocupación de que los niveles de emisión de algunas lámparas puedan ser dañinos para la piel y los ojos. Además, tanto la luz natural como la artificial pueden alterar el reloj biológico humano y el sistema hormonal, pudiendo causar problemas de salud. Los componentes ultravioletas y azules de la luz son potencialmente los más dañinos.

Las lámparas de descarga eléctrica emiten luz enviando una corriente eléctrica a través de un gas. Su diseño básico consiste también en un gas sellado en el interior de un tubo, pero hay muchas variantes. Hay lámparas que mantienen el gas a baja presión, siendo el ejemplo más común los fluorescentes. Las lámparas de descarga de alta presión producen una luz más brillante y se utilizan para iluminar edificios grandes, en la realización de televisión o cine y para el alumbrado público.

La iluminación de estado sólido es una nueva tecnología que podría convertirse en la principal fuente de luz artificial en el futuro. Los conocidos diodos emisores de luz (LED), ya están en uso, pero se están desarrollando nuevos tipos de lámparas.

El cuerpo humano ha desarrollado numerosas medidas protectoras contra las luces demasiado brillantes o demasiado calientes: parpadeo, dolor, aversión natural a las luces intensas y contracción de la pupila, pero aún así pueden producirse daños por sobrexposición. La radiación puede causar quemaduras, pero esto es poco frecuente en lámparas domésticas. La luz visible y UV también pueden desencadenar reacciones químicas, normalmente al potenciar la creación de compuestos oxidantes que pueden atacar a las células.

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No existen pruebas de que una exposición breve a las lámparas utilizadas habitualmente en oficinas o en el domicilio provoque daños oculares. El componente azul de la luz visible puede dañar la retina, pero solo sucede por la exposición accidental al sol o a lámparas de muy alta intensidad, siendo, por lo tanto, poco frecuente.

Una iluminación inadecuada puede originar fatiga ocular, cansancio, dolor de cabeza, estrés y accidentes. También cambios bruscos de luz pueden ser peligrosos, pues ciegan temporalmente, mientras el ojo se adapta a la nueva iluminación .Un ambiente bien iluminado no es solamente aquel que tiene suficiente cantidad de luz.

Para conseguir un buen nivel de confort visual se debe conseguir un equilibrio entre la cantidad, la calidad y la estabilidad de la luz.